Y sí: tener una página en dónde escribes diariamente, con ánimo de compartir una ventana al proceso creativo, de compartir datos curiosos e invitar a reflexionar a las personas, suena como algo inútil.
A final de cuentas, hay millones de páginas que intentan hacer lo mismo. Algunas, con más éxito. Otras, con más lectores. Ciertamente, las hay con mejor contenido. Disto, pues, de ser el único, el mejor, el más conveniente.
Pero… no dejo de hacerlo. Y no es de ahora. En distintas herramientas y con distintas periodicidades, es algo que he hecho prácticamente a diario a lo largo de más de tres lustros. Desde el 30 de mayo de 2010, para ser precisos. Y pueden verlo en gjsuap.com.
Claro que siempre ha tenido algo en común: es de contenido disperso. A ratos, de herramientas de productividad. Otras veces, de libros y películas. Una temporada, con frases famosas. Etapas de publicar diario y algunos meses sin ninguna entrada.
Y, precisamente por esa oscilación de temas y alcances, ha tenido pocos lectores permanentes. Esfuerzos de menos duración tienen más éxito en tráfico y comercialmente. Acá la cosa ha sido distinta.
Entonces… ¿Por qué lo hago? Por los dos o tres lectores que comentan a diario, o una vez a la semana, todas las entradas. Aquellos que ocasionalmente preguntan más sobre algún tema. Por esos (ya cercanos a la decena) que preguntan cómo volverse autores o cómo publicar. Es decir, que les comparto a detalle, pero en privado, los secretos del oficio.
Gracias a ti que me estás leyendo hoy. Gracias también a quien comenta, diario o con frecuencia, sea por acá o en el correo. Pero, principalmente, agradezco a los que me han dejado a ayudarlos a despegar sus trabajos literarios.
Por eso, a quien me pregunta si sirve de algo este esfuerzo, me queda contestar que sí. No en lo lucrativo, no en la fama: en el sentido de logro vital que vale la pena seguir haciendo a diario, para ayudar a alguien más a crecer.
Apoyo brindas
a quien lo necesite,
¡Gracias, profesor!