El otro día estaba con una persona tomando un café, y me dijo que “me estaba poniendo extraño”, que parecía que no estaba allí, aunque el bulto estuviera presente. Y que, a la vez, sentía que tenía una presencia extraordinaria en ese momento. “Pareciera que no estás solo en tu cuerpo”, me dijo.
Y sí: me vio en uno de esos momentos que algunos llaman “flujo”, “la zona” o “el momento presente”. A mí me gusta pensar que es el “modo escritor”: basta una provocación, se una persona caminando, o una pareja corriendo, o un auto queriéndose estacionar sin lograrlo… para poder crear toda una historia en la cabeza y estar listo para ponerla por escrito.
Por ejemplo, la pareja que iba hacia el gimnasio. Él, con el cuerpo marcado, ropa deportiva de diseñador, una imagen muy cuidada y un maletín de piel de buena confección. Ella, obesa, tirando a mórbida, pants luídos, tenis sucios y una maleta de tela con un par de remiendos. “Pero, ¿cómo se emparejaron estos?”. Y allí voy, a imaginar la historia, lo que pasa en el gym, lo que los mantiene unidos y los temas que los alejan. Y, al final, la conclusión tiende a dos posibles soluciones…
O vean la foto de hoy. Aunque no lo crean, es el Monumento a la Revolución de la ciudad de México. Pero también el cubo de cristal del elevador hace parecer una nave espacial. El domo final de la cúpula pareciera un portal inter dimensional. Y hasta las chispas de abajo recuerdan el motor de un cohete a punto de encenderse. Total, un ángulo distinto de algo sumamente visto, permite generar una idea que, si es buena y se trabaja, podría llegar a ser una novela.
Pues bueno, a partir de un objeto cotidiano visto en otro ánimo, es como se van estableciendo los lugares, contextos y personajes para las historias que contaremos. Si hay buen conflicto, mejor. Las ideas abundan y están listas para que las atrapes al vuelo. Pero son únicas e irrepetibles: o las escribes, así sea como frases sueltas, párrafos, esquemas o escaletas. Y de lo demás… a esperar que el desarrollo sea tan bueno como lo crees.
Porque las ideas abundan, hacer la historia es menos común. Y publicarla… no cualquiera. Por eso los invito a compartir estos textos y suscribirse.
Genio artístico,
la mente en ebullición:
cosmos viviente.