Parece que cada día amanece con la inercia de hacer lo mismo que se hace cada día, según lo que toque. Lunes de cine, miércoles de supermercado con los hijos, jueves de radio… Y ya. Son acciones inamovibles. Lo demás, que se construya a partir de allí, va bien.
Pero este sábado no. Este sábado invitó a hacer las cosas diferentes. Tal vez porque hubo cine en jueves. Con los amigos. En un cine distinto de la cadena a la que no suelo ir. Toda una perspectiva novedosa… para algo cotidiano.
Y eso pegó en el viernes. No fue el típico viernes. De entrada, manejé menos de 10 kilómetros. No saqué el carro en la tarde. Fue todo en pausa y despacio. Diferente. Eso sí, me di un tiempo en la tarde para escribir y en la noche para avanzar una serie que quitarán este mes.
Y eso me puso en pausa. Me mostró que este septiembre ha sido atípico. Subí a un avión, por primera vez desde la pandemia. Y luego, de regreso. Me permitió tener tres publicaciones alimentadas a tiempo y bien, distintas entre sí, para diferentes públicos. Esta que estás leyendo y el blog Dichos y Bichos. Pero, además, me dio tiempo de leer libros para las reseñas allá, y de ir al cine para lo mismo. Y todo parece indicar que cerraré este sábado con la semana totalmente programada, sin nada pendiente para escribir.
Y sí, en parte es porque he descubierto en un seminario que tomé el lunes —-también, atípicamente-— un gran secreto para la salud y el bienestar. Pero de eso… de eso les hablaré mañana.
Aun así, hoy es día de hacer una pausa y de pensar un poco. Que, tal vez, no hacer las cosas por rutina es la mejor manera de hacerlas… aunque sean iguales todos los días.
Adiós septiembre,
se lleva la rutina
en su bolsillo.