Algunos de mis lectores habituales me escribieron más bien preocupados el día de ayer. “Me sorprende que normalmente eres muy optimista, y ahora suenas preocupado. ¿Estás bien?”.
Sí, estaba preocupado. Pero no por lo que creen. No era yo el del problema. Curiosamente, una de las personas que me escribieron eran parte central de la preocupación.
Resulta que le avisaron que había que hospitalizar a su padre ayer para un examen de emergencia. El resultado podría ser altamente preocupante: un cáncer, potencialmente grave en el corto plazo. Por supuesto, es algo que te tensa.
Pero estaba lejos y no podía irle a apoyar.
Del otro lado, otra de nuestras lectoras usuales está viajando a Europa. Lo que implica que dejará de leernos y comentarnos por al menos 18 horas, pero posiblemente hasta por 18 días. Así que tal vez no nos lea en un buen rato.
Por último, iba a ver a un cliente importante de varios proyectos. Suele no ser muy puntual, y esta vez me aseguró que estaría a tiempo. Salvo porque… Chocó su carro. Pérdida total. Sin embargo, sí nos vimos y avanzó uno de los proyectos, además de que fuimos a comer.
Entonces, si eran tres temas para estar tenso. Pero, a la vez y más importante, para tener gratitud: salió bien el procedimiento del padre de mi lector, llegó bien a Europa mi otra lectora, y mi amigo salió sano y salvo de su accidente y pudimos comer a gusto.
Así que, no se espanten: fue otro buen día y estoy agradecido por ello. Aunque ciertamente diferente.
Hay que pasarse a la cola del agradecimiento
La fe levanta,
las angustias resueltas.
Grato es el día.