Uno de los géneros que he abordado en mi labor como escritor es la novela histórica. Lo que no siempre tiene unos límites claros. Es decir, no puedes inventar lo que pasó. Los hechos duros son firmes e inamovibles. Eso no se cambia bajo ninguna circunstancia. Allí, tu mundo literario está firme y no se mueve.
El tema es cuándo vas a hablar de las motivaciones de tus personajes. En ese espacio naturalmente subjetivo, sí puedes usar los datos conocidos de la vida de tus personajes y construir en torno a ellos. En particular, lo que pensaban, lo que sentían…
Por ejemplo, uno de los autores que más me gustan, aunque algunos lo consideran alguien menor. Antonio Velasco Piña. En su libro La Guerra Sagrada de la Independencia, señala que “la guerra sagrada por el alma del país” debía iniciar el 29 de septiembre, día de los arcángeles. Pero como los cacharon y arrancaron antes de lo esperado, ni los retiros espirituales estaban completos, ni la gente estaba preparada.
Entonces ocurre la batalla de Monte de las Cruces el 30 de octubre. Las fuerzas realistas, mejor pertrechadas y preparadas, pudieron acabar allí con el movimiento independentista. Pero, según Velasco, las fuerzas independentistas usaron una de sus armas secretas: tres de los chamanes indígenas que los acompañaban invocaron una tormenta tal, que la artillería realista quedó inutilizada en el lodo y pudieron derrotarla los independentistas con facilidad.
¿Fueron los chamanes el verdadero factor decisorio? No se sabe. Es imposible determinar siquiera si fue cierto. El hecho duro es que sí hubo una tormenta y el lodo y el exceso de agua inutilizó a la artillería realista. Por eso, en la versión novelada, sí puede ser… o puede ser mera ensoñación. Da igual: por eso es novela y no tratado histórico o un documental.
Lo cierto es que, tras esa victoria, los independentistas habrían tomado la capital uno o dos días después, dando la victoria a su bando. Pero los guías espirituales de la tradición prehispánica que los acompañaban les dijeron que no, que dado que no habían empezado el 29 de septiembre, sino antes, ni ellos ni las fuerzas militares de la emancipación estaban listas. “Si tomamos la capital hoy, será un fracaso, aunque ganemos. Debemos esperar a la siguiente fecha propicia”.
Por eso, según Velasco, se dividió la columna militar: Allende y Aldama querían concluir la guerra, Hidalgo dijo que no iba a soltar a 80,000 personas violentas en la capital… y se decidió retirar. “El inexplicable retiro de Hidalgo” tiene esa explicación: tenían que hacer un largo retiro espiritual para no solo ganar la guerra, sino el alma de México. Cabe decir que, como no lo concretó, a él lo capturaron y mataron y la guerra duró casi 10 años más.
Mañana les comento por qué eso es importante… y cómo influye en el estilo de Velasco Piña.



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