En el texto anterior, les comentaba que una cosa es ser autor; otra, autor publicado; una más, ser autor leído, pero que hay algo aún mejor.
Lo de autor publicado, lo he logrado en mi etapa moderna desde marzo de 2011 en que publiqué en Amazon “De hormigas a tiburones”. No saben qué aventura ha sido eso. Luego, una primera novela en 2016. Y desde allí seguimos.
Sin embargo, el siguiente paso tiene que ver con una visión. No de alucines o de ensoñación, sino de algo que me tocó ver un día y me dejó deseando lograr eso.
Caminando por la céntrica avenida Juárez de la ciudad de México, se acerca un camión de traslado de valores, un camión blindado, con sus cuatro escoltas en moto. Algo raro, porque normalmente viajan solos. Y se orillan no ante un banco —-lo que sería normal-— sino ante la Librería del Sótano, la primera librería de la que tengo recuerdo de haber frecuentado.
Sí, solía estar en un sótano y se entraba bajando una estrecha escalera. Mi papá me llevaba una vez a la quincena, cuando lo acompañaba alguna tarde a su oficina. Tal vez íbamos más, pero salía con un libro una vez cada dos semanas.
Para el momento en que se estacionó el carro blindado, ya había dejado el sótano, pero preservaba el nombre.
Se abrió la ventanilla lateral, por la que habitualmente salían talegas de dinero. Pero no era lo que expulsaba la unidad, no. Eran cajas de libros. Traían el más reciente ejemplar de Gabriel García Márquez. La venta empezaría a la medianoche, pero la llegada digna de película de acción pretendía aumentar la expectativa. Incluso la de los diez o doce lectores asiduos que ya hacían fila esperando el gran momento de poner sus manos en un ejemplar en el primer minuto del día siguiente..
Sí, no solo ganó el premio Nobel de Literatura. No solo era un referente tal que Bill Clinton incluye “cien años de soledad” entre sus libros favoritos, y Barack Obama dice que conocerlo en persona era uno de sus sueños cumplidos. Por algo Shakira ha hecho un único disco de banda sonora, para una versión fílmica de una novela del Gabo.
Gabriel García Márquez logró EL sueño de un escritor. Mejor que ser autor, ser autor publicado y ser autor leído… Es poder ser un autor que logre vivir holgadamente de lo que escribe. Consiguió desplazar el papel moneda de un furgón blindado. Pudo hacer que sus libros llegaran a una librería como si fueran lo más valioso en la ciudad. Porque había lectores formados, esperando con ansias, casi veinte horas antes de que el libro estuviera disponible.
Y eso, mis queridos lectores, es el sueño posible. Ser autor que vive holgadamente de sus letras. Aunque hay una condición para lograrlo. Condición que, ¡cómo no! Les contaré hasta mañana.
¡Bravo, Don Gabriel!
Glorioso ídolo de
papel y tinta.
Gracias por compartir hermano!